Tu acento sobre mi colchón,
dibujos esparcidos por el
camarote de tu vieja embarcación,
la de veces que me gustaría
estar en Marte comiendo
alimentos macrobióticos
o eligiendo bebidas isotónicas
sin pensar en qué
pasará mañana (quizás
el nº 4 me despierté a las 7:30.)
Tu ceceo desbordante de
naturalidad, ese que te
pone la guinda cual
pastel en una confitería
tunecina,
la de veces que soñé
con vivir en el Olimpo
bebiendo ambrosía
de la divina y
celebrando eternas
bacanales agarrada
de tu mano...
(Quizás ahora me
levante y me beba
1 pepsi light de un solo
trago.)
C.G.B.
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