Animalísticamente te ruego
que no desveles mis instintos,
salvajemente mitigados
desde tu inopinado exilio.
Huyendo a paraísos inexistentes,
habitando paraderos desconocidos,
el suelo que se pisa no se resiente,
aprendes a andar sobre puentes levadizos.
Escuchando a Lou Reed,
él ya lo predijo,
“It was such a perfect day”.
Perfecto, tan perfecto
que siempre se acabarán evocando,
sin querer, adormecidos
e ilusorios (instintivos) vestigios.
C.G.B.
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