Zapatos de tacón rotos
en una madrugada
con escalones.
El pomo de la puerta
ya no gira.
El vaivén del pesimismo
que parecía haberse despedido
hoy regresa porque yo
le he abierto la ventana.
Dicen que el tiempo
todo lo cura,
pero yo aún tengo heridas
abiertas e infectadas.
He pensado en coserme
cremalleras en aquellas
que no puedo controlar.
Esterilizarme de pies a cabeza,
rito quirúrgico necesario
para empezar la operación
desde 0.
Me siento como una madre
desbordada ante el nacimiento
de su primogénito.
Lo mismo lloras, que ríes,
que te da por arrepentirte
o alabar las satisfacciones
de tu reciente maternidad.
Madre y padre de un río
de sentimientos que se
desboca en el parquecito
que he montado
en el salón principal
de mi mente.
2016
cgb
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