Hoy voy corriendo
con mis ojos.
Mis pies se quedaron
anclados en un cactario
que una vez compré
para la ocasión.
Colecciono púas
de diferentes tamaños.
A veces madrugo sólo
para recogerlas y
guardarlas en un
cajón.
He aprendido a jugar
con ellas sin pincharme.
Hoy para mí ésto podría
considerarse casi
un acto heroico.
Algunas llegan a cortar
como un cúter o
un cuchillo de carnicero
recién afilado.
Pero ya sé cómo colocarme el guante y el mandil.
Sólo hay que entrenar un poco para danzar entre
tanta espina y no pisar la flor.
cgb
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