Que el albatros de Coleridge se tatúe en mi pecho.
Que una gran mancha indeleble me marque
o me atraviese el corazón,
tic tac, tic toc,
que se me quede en carne viva y que ardan las arterias
(a fuego lento)
al ritmo de un reloj de arena,
sin sonido,
sin agujas,
y sin tiempo,
pero con un nombre
-el
tuyo-
Que yo quiero contar historias,
de(sde el) bolsillo de (tu) cazadora o
de(sde mi) chaquetón.
Que yo quiero gritar con los 5 dedos de los pies,
o ya que nos ponemos,
-serios-
escribir cada día antologías inéditas aunque sea en papel
de traza
-el nuestro-,
donde juegos literarios, gramaticalesycarnales, se reciten
directamente desde un cuaderno,
la pantalla plana del piso de
enfrente o de un radiocasete,
(si alguno hubiere),
y por qué no, se incluyan en
ediciones especiales de pasta dura o
pasta blanda
Que puede que (nos) entre,
(ya está dentro)
el acojone,
¿Pero quién no invierte hoy
a pesar de estar
cagao de miedo?
Aunque al final raspe, escueza,
nos duela la cabeza o
nos quedemos con los bolsillos
-VACÍOS-cgb
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