Porque el mundo del circo ya no es el que era. Porque la ilusión de cada tarde ahora no sólo depende del montaje de una vieja y raída carpa rayada que acoja las sonrisas de los eternos niños, así como éstas tampoco pertenecen ya a la intervención mágica y falaz de personajes que parecen provenir de otros universos fantásticos y desconocidos...Los torpes payasos, los hábiles funambulistas o ese intrépido domador de leones que se juega la vida en el interior de una jaula con barrotes de caramelo, parecen haber sufrido una insólita transformación...
Ahora el circo es mucho más que eso. Empresarios que se desplazan en avión y cuyas ganancias descansan en hoteles de cuatro y cinco estrellas. Empleados que reciben sus haberes tras la función del día y que con suerte acabarán adosados a la primera oficina del INEM que encuentren en su camino, donde acabarán haciendo apariciones estelares (y malabares) en la cola del paro... En definitiva, personas de carne y hueso, como tú y como yo. Señoras y señores, niñas y niños, el circo, el circo ha llegado a su ciudad, y por suerte o por desgracia, ya no es el que era...
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